Lore Warden

Lore del Warden

Ha llegado el momento de incluir al Warden dentro de nuestro Lore Alternativo de Minecraft, y para ello seguiremos el mismo proceso que siempre: primero analizaremos toda la información que nos ofrece el juego, y después lo integraremos dentro de esta nueva ambientación que estamos desarrollando para Minecraft. Vamos con el Warden.

¿Qué sabemos sobre el Warden?

Minecraft es un juego muy escueto en narrativas, pero muy complejo en todo lo demás; por ello, aunque no nos digan nada sobre el Warden, tenemos un montón de información sobre él. Sabemos que vive en cuevas profundas bajo montañas nevadas, lo que nos habla de sus preferencias en cuanto a temperaturas… o del tiempo que lleva en el Overworld, como veremos un poco más tarde.

También sabemos que se guía a través del sonido, pero la vista no es algo desconocido para él, ya que ciega a sus oponentes. Además, en sus ciudades hay velas y altares, y teniendo en cuenta que el Warden no ve, las velas tienen que haberlas utilizado otros.

Por último, en las ciudades en las que habita, podemos encontrar, además de una flora muy particular y única, unas estructuras indestructibles con forma de enormes portales.

Tenemos más que suficiente para crear nuestra historia.

¿Qué es el Warden?

El Warden es una leyenda hecha carne, el eco del tiempo, un susurro de la historia. Su simple existencia materializa una cronología olvidada, que los habitantes del Overworld tomaron como falsa hace ya milenios, mucho antes de la caída de los aldeanos.

El Overworld no siempre ha sido como lo conocemos. Al comienzo de su historia, antes de que los cambios en el clima cristalizaran el agua y crearan los biomas que hoy disfrutamos, los mares, libres de hielo, ascendían decenas de metros más allá de la altura en donde ahora establecemos sus límites. Y lo que hoy conocemos como montañas, no eran más que pequeños islotes de tierra firme perdidos en una inmensidad de agua. Ahí habitaron los pobladores originales del Overworld, aquellos primeros aldeanos arrojados sobre este mundo para transformarlo.

En sus limitaciones iniciales, de espacio y de entendimiento, buscaron refugio bajo el suelo, tratando de expandirse, y allí comenzaron a desarrollar una cultura primitiva, cuyos vestigios han llegado hasta nosotros. Aprendieron a fabricar, entre otras cosas, velas con las que alumbrar aquella oscuridad a la que estaban condenados si querían disfrutar de grandes espacios que poblar, y se dedicaron, como ha sido siempre la naturaleza de los aldeanos, a intentar comprender el mundo en el que vivían. De las dudas a la religión, no hubo más que un par de pasos, y pronto se encontraron adorando entre las rocas a algo desconocido incluso para ellos.

Hasta que recibieron una respuesta. Y esto no fue casualidad, y tampoco fruto de los rezos. Solo fue otro ser indigno, desterrado de la tierra de los semidioses. Un portal se materializó ante ellos, y a través de sus bordes llegó hasta el Overworld el ser que lo cambió todo. Un semidios cuyo nombre ha sido borrado, del que no sabemos nada, excepto que con su llegada, gran parte de las aguas se transformaron en hielo, y que algo destruyó y descompuso su cuerpo orgánico, repartiéndolo por todos los resquicios de la caverna, en donde aún consigue canalizar parte de su poder en forma de Wardens, cuando alguien lo molesta. Y esto lo sabemos, o lo intuimos, gracias a la leyenda de la que llevamos hablando desde el principio, que las abuelas contaban a sus nietos para asustarlos, y que ha llegado hasta nosotros de la siguiente forma:

“Aquel que no puede ver, tampoco debe ser visto.

No hagas ruido cuando las plantas escuchan,

que siempre mueren aquellos que luchan,

quieren engañarle, pero él es más listo.”

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«Un minuto es tiempo suficiente para crear vida, y para destruirla; tiempo suficiente para amar y para odiar; lo único que no cabe en un minuto, son los años perdidos»

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