Prosa poética, “estilo cuidado”, falsa profundidad y pedantería.

Prosa poética, “estilo cuidado”, falsa profundidad y pedantería.

El título de este artículo consiste en una enumeración de formas de escribir que, cada vez más, veo que se confunden entre sí; por eso, voy intentar arrojar un poco de luz sobre este tema, en la medida de mis posibilidades. Empecemos con un breve resumen de lo que es cada cosa:

La prosa poética es la principal perjudicada de esta confusión, ya que se ve maltratada constantemente por escritores, lectores y reseñadores, al confundirla con el resto de los elementos de esta lista. La prosa poética es un tipo de escritura que no pertenece al género narrativo, sino a la lírica; en ella, por tanto, predominan emociones, sonoridad, imágenes poéticas… es la búsqueda de la belleza, no como complemento, sino como fin. Esto no quiere decir que no pueda formar parte de una narración, al contrario, hay momentos narrativos que piden a gritos algo de prosa poética… pero prosa poética no es adjetivar mucho y hacer comparaciones, la prosa poética exige cuidar cada palabra.

Un “estilo cuidado” no es ni siquiera una cualidad reseñable, ya que es parte del oficio de escritor. “Estilo cuidado” no es escribir de forma altisonante y llamativa, es contar cada cosa como toca. Unas veces frases cortas y directas; otras, enrevesados giros dialécticos; y la mayor parte del tiempo, narrar sin exceso ni defecto… esta es la parte realmente difícil, y la que exige más “cuidado”. Pero no tiene un estilo más cuidado aquel que más adjetiva, o que hace las descripciones más largas, o frases interminables… tiene un estilo más cuidado quien adjetiva lo justo, describe lo justo y le da a sus frases la longitud que requieren. Tener un estilo cuidado es escribir bien, pero también es respetar la inteligencia y el tiempo de los lectores.

La falsa profundidad son todo ese tipo de frases, imágenes y metáforas que suenan muy bien, pero no aportan nada. Es la más común de estas cuatro y, curiosamente, la menos nombrada. Son todos esos ejercicios de estilo que muchos autores encasquetan en medio de la narración, llenos de lugares comunes, de reflexiones que no vienen a cuento, de moralina barata… que no tienen más propósito narrativo que el de aumentar el ego del autor.

Por último, la pedantería son esos textos, o partes de textos, extremadamente rebuscados sin motivo alguno, cuyo único fin es señalar que el autor sabe muchas cosas. Este es, para mí, el más difícil de valorar, ya que se le otorga cierta intencionalidad que es difícil de juzgar sin conocer muy bien la obra del autor o al propio autor. Pero hay casos muy obvios, se ve mucho en las descripciones, por ejemplo, cuando en la narración ves que el autor utiliza un lenguaje, digamos, “normal”, y de repente te mete una descripción digna del siglo XVI.

Y como a mí me gusta explicar las cosas con ejemplos, vamos a poner un ejemplo. Os pongo en situación: estamos en medio de una novela, una mujer está esperando en el piso inferior de una casa, y en un momento dado, decide subir las escaleras a la segunda planta, en donde le aguarda una noticia que no sabe si será buena o mala, Debemos narrar la subida de las escaleras. Empezamos.

Prosa poética

Subió las escaleras con el cielo en los pies y el infierno en la cabeza, un brazo detrás del otro, los ojos puro atrezo, la boca una brecha y los bolsillos llenos de incertidumbre.

No me juzguéis por esta prosa poética, está escrita en el momento para el ejemplo. El objetivo es jugar todo el tiempo con la idea de “incertidumbre” que remata la frase, jugar con ello en concepto y en sonoridad. Primero volcamos el mundo, para mostrar esa incertidumbre, ponemos el cielo abajo y el infierno arriba, y al mismo tiempo describimos como sube: despacio (el cielo, la calma, en los pies) e inquieta (el infierno en la cabeza). Continuamos con la idea de darle a todo la vuelta, por eso, en vez de subir “un pie detrás del otro”, sube “un brazo detrás del otro” y ahí aprovechamos para introducir los sonidos “br” y “c/z” con los que vamos a seguir ligando la frase hasta llegar a “incertidumbre”. Como prosa poética, será mejor o peor, puede gustarte o no, pero cada palabra está ahí por algo, que es lo que se le exige.

Estilo cuidado

Al intentar escribir esto, me doy cuenta de que es muy complicado representar un estilo cuidado sin tener el contexto del resto de la novela, ya que un estilo cuidado es la cualidad de un conjunto, no de un fragmento. Lo que voy a hacer es una narración normal, que nos servirá para diferenciarlo del resto de cosas:

Helena se acercó con decisión a las escaleras, pero no pudo evitar detenerse unos segundos frente a ellas, el tiempo necesario para trasladar el impulso desde la cabeza hasta sus pies que, sin previo aviso, comenzaron a subir en busca de respuestas.

Bueno, no es ninguna maravilla, pero me sirve para lo que estamos haciendo. Simplemente narramos, mostramos la duda y la incertidumbre sin nombrarlas, describimos lo que ocurre dentro y fuera de Helena. Esto, obviamente, habría que repasarlo después junto con el resto de la obra, esto no es un estilo cuidado, es un ejemplo de borrador de estilo cuidado en el contexto de un artículo que a nadie le importa, y cuya función es contrastar con el resto. Por supuesto, se puede adjetivar más, se puede alargar más, o se puede acortar… es algo que dependería del conjunto.

Falsa profundidad

Helena se acerco con decisión a las escaleras, mientras los retazos de la falda burdeos se enredaban entre sus pies como los sueños de miel se enredan con el turbulento despertar; acarició el pasamanos de madera oscurecida por el tiempo y el olvido, llena de grietas, como ella, y tras unos segundos de intimidad junto al recuerdo de una vida que comenzaba a desaparecer, comenzó a subir.

Esto es algo que, habitualmente, se identifica como “estilo cuidado” o prosa poética. Nada más lejos de la realidad. Esto es facilón e innecesario. Son lugares comunes (burdeos, sueños, caricias), palabras que suenan bien (“turbulento” te arregla cualquier frase), y naderías que no aportan nada y que no tienen ningún sentido (¿Sueños de miel? Podréis sacarle un significado, en eso consiste este truco de magia, en que el lector le busque y encuentre un significado, porque yo lo he escrito por escribirlo). Por cierto, de los tres ejemplos que llevo escritos, es el que menos he tardado en escribir, con diferencia, porque es todo tan irrelevante que sale solo, podría hablar así todo el día.

Pedantería

Helena se acercó con decisión a las escaleras, que aparecían desdibujadas y torcidas, como en un cuadro de Letout o en una idea de Tolstoi en su retiro. El pasamanos estaba esmaltado, que no barnizado, con el sudor de los pretéritos, y al completar la ascensión se dio cuenta de que constaba de, exactamente, diecisiete escaleras. Cualquier constructor de la eterna Grecia habría estado orgulloso.

¡Mirad cuánto sé! ¡Cuánta sabiduría en una acción tan cotidiana! Estaba tan ocupado escribiendo sobre mí y sobre las cosas que sé, que se me ha olvidado contaros lo que hacía Helena. (es todo inventado, no vayáis a buscar al tal Letout jajaja).

Y ya está, creo que esto es todo lo que quería contaros. Espero que os sirva de utilidad, pero recordad también que esto es solo mi opinión, y que si tú tienes una opinión diferente, no pasa nada, todo seguirá igual.

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«Un minuto es tiempo suficiente para crear vida, y para destruirla; tiempo suficiente para amar y para odiar; lo único que no cabe en un minuto, son los años perdidos»

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