Anecdotario. III – ¿Cuánto se cobra por una charla literaria?

La primera vez que realicé una actividad para una institución pública fue hace casi 8 años. Un grupo de poetas con el que colaboraba había contraído una deuda con la biblioteca, y había cobrado por unos servicios que finalmente no se dieron, por lo que fueron sustituidos por una serie de talleres y ahí entramos mi compañera Ana Wiya y yo a echar una mano (cabe decir que esa deuda se cobró, además, en una asociación que no era la del grupo de poetas, sino otra de teatro que el poeta de las gestiones tenía con otro par de colegas, pero esa es otra historia, y le pillaron xD). Fue un taller de lectura fácil en donde decidimos hacer algo que llamamos “poesía divertida”, y salió muy bien, tanto que repetimos varias veces: en la misma biblioteca, con el grupo de la primera vez y con otros grupos, así como por todos los colegios e institutos de mi ciudad, y por distintas asociaciones de todo tipo. Gratis, siempre gratis.

Al mismo tiempo, entré a formar parte de un grupo de escritores en mi ciudad (al que aún pertenezco), y llegó el momento en que, para celebrar el día del libro, la biblioteca contó con nosotros y nos encargó hacer una lectura conjunta. Por apenas una hora y media de lectura frente a unas 20 personas recibimos, como grupo, 300 euros. Ahí empecé a sospechar algunas cosas, y no me equivocaba, más de la mitad de las traiciones que he sufrido en este mundillo han estado relacionadas con ese tipo de contratos. Pero en aquel momento no le di importancia.

Ana y yo seguimos haciendo talleres gratuitos, porque disfrutábamos de ello, y eso me valió, además, para que en una ocasión me llegara un caramelito desde la biblioteca: me financiaron un número de la revista “El silencio es miedo”, lo cual agradecí mucho. Pero había ya algo que empezaba a mosquearme, y es que en todas las instituciones recibían muy bien nuestros talleres, nuestros micrófonos abiertos, nuestras ideas para eventos… pero cuando se trataba de cosas organizadas por ellos mismos, cosas en donde contrataban a gente, nunca contaban con nosotros. Preferían al poeta de las gestiones del que hablé antes, a la hija de alguien que venía desde fuera y además había que pagarle el viaje, o directamente a alguien con menos experiencia que nosotros. Básicamente, personas que masajeaban la espalda de quienes decidían a quien se contrataba. Todo esto, poco a poco, comenzó a afectar a mi actitud hacia este tipo de eventos, y aunque los disfrutaba y los sigo disfrutando, me sentía como un idiota por hacer gratis cosas por las que otros cobran un dineral. Hasta que llegó la traca final.

Hay un evento, en mi ciudad, que se llama “encuentro con escritores”; se realiza cada año y la biblioteca reúne a un montón de alumnos de instituto (unos 180) con autores de la ciudad. Es una idea, sobre el papel, maravillosa. Yo había visto como, año tras año, escritores con menor trayectoria que yo iban pasando por allí (también otros con mucha más, pero eso es normal), hasta que a finales de 2022 llegó nuestro turno; y digo nuestro porque a nosotros nos hicieron la propuesta como grupo, a tres miembros del grupo al que pertenezco, y no de forma individual como a gente con mucho menos recorrido. Pero bueno, nosotros contentos de poder participar, por fin, en algo así. Y llegó el momento de hablar de dinero, nos ofrecieron 300 euros y aceptamos encantados. A parte de que el dinero no nos importaba tanto como la experiencia de participar en algo así, 300 euros por un evento, otra vez, de hora y media, nos parecía muy bien pagado, aún siendo a repartir. Pero yo, que me sentía ya un poco maltratado institucionalmente por las poquitas cosas que os he contado aquí y muchas más en las que no voy a entrar porque tendría que empezar a poner nombres, tuve la intuición de que, a lo mejor, no estaba de más enterarme de cuánto había cobrado otra gente por el mismo evento. Los datos de contratación son públicos, pero hay que tener ganas de encontrarlos: Las Bibliotecas Públicas dependen de las Juntas, y por la ley de transparencia o alguna cosa de esas (no sé de leyes), las Juntas están obligadas a publicar las licitaciones que conceden, lo cual incluye, por supuesto, a las bibliotecas. No sé cómo funcionará en otras comunidades autónomas, pero en el caso de Castilla y León, si llegas hasta el apartado de contratación administrativa, podrás acceder a un buscador en donde, con tener algún dato de la institución en cuestión, como su dirección, puedes ver todas sus licitaciones. Así, empecé a comprobar y, entre varias sorpresas, descubrí que otros autores más dados a lamer botas que nosotros habían cobrado, por el mismo evento, 600 euros; repito, 600 euros, por dar una charla de hora y media ante 180 potenciales lectores, además que la biblioteca compra, para ese día, unas 20 copias de tu novela (eso con nosotros lo hicieron igual). No está nada mal, así que, cuando os preguntéis por qué este mundillo está tan lleno de putos trepas, ahí tenéis la respuesta: está muy bien pagado.

Por finalizar la anécdota, nosotros volvimos a hablar con la biblioteca y le dijimos que también queríamos 600 euros (no por el dinero, sino por el gesto) y, obviamente, no tuvieron más remedio que aceptar. Desde ese día, no he vuelto ni volveré a hacer nada gratis en ninguna institución pública; pero nada es nada, no voy gratis ni a presentar mis propios libros, aunque eso me obligue a presentar en lugares con menor aforo

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«Un minuto es tiempo suficiente para crear vida, y para destruirla; tiempo suficiente para amar y para odiar; lo único que no cabe en un minuto, son los años perdidos»

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