Escribiendo fantasía

Vamos a hablar un poco acerca de aquellas cosas que considero más importantes a la hora de empezar a escribir fantasía:

1º- Huir de los tópicos: Seguramente al lector primerizo le impresione mucho encontrarse con la historia de un elegido y una profecía, plagada de poderosos guerreros con la piel bronceada por el sol y una cicatriz pálida atravesando su rostro, y de torres de mármol pulido que brillan como perlas. Pero si te diriges a un público que consume historias de fantasía habitualmente, su reacción al leer este tipo de cosas será… ¿Otra vez?

No es necesario reinventar el género con cada novela que se escriba, pero tampoco es obligatorio utilizar los personajes y los escenarios de siempre, intentad, en la medida de lo posible, contar vuestra historia y no vuestra versión de una historia que ya conocemos todos.

2º- La coherencia interna: Respetad los mundos que creáis. Si rompéis vuestras propias reglas, no podéis esperar que el lector conecte con la obra y se sienta dentro del mundo que, con tanto esfuerzo, habéis construido. Esto, a veces, supone que tal vez no podamos poner a nuestro protagonista en esa situación tan chula que habíamos pensado, si no sabemos como sacarle de ella de forma coherente; o que tengamos que borrar y reescribir ese capítulo que nos había quedado tan bien, porque para resolverlo hemos tenido que hacer tambalear la credibilidad de nuestro mundo.

3º- El lenguaje: Intentad ser inmersivos con el lenguaje, tanto en la narración, como en las descripciones, como en los diálogos. No solo en las descripciones, por favor; últimamente estoy viendo demasiado a menudo descripciones casi perfectas que rozan o superan la prosa poética, acompañadas de diálogos del estilo de “joder colega, me lo follaba aquí mismo”, y esto, por supuesto, puede estar bien dependiendo de la ambientación y del personaje que lo diga… pero en una novela de fantasía medieval y dicho, por ejemplo, por un bardo, no es “cool” ni “rompedor” ni “novedoso”. Es, simplemente, vago. No os dejéis llevar por la necesidad de ser tan “guays” como los demás, sobre todo si no tenéis detrás el apoyo de su misma editorial o su mismo número de seguidores. Ni todas las descripciones tienen que ser las más bonitas del mundo (a veces se hace pesado), ni todos los personajes el colega con el que te irías de cañas (a veces, también, se hace pesado).

4º- La trama: Todo lo anterior no sirve de nada, si no tenemos trama. Aseguraos de que vuestra historia tiene un objetivo, y no es una sucesión de situaciones de tensión forzada y frases ingeniosas. Nuestros personajes necesitan un lugar a donde ir, para que nuestros lectores quieran saber si serán capaces de llegar. Da igual que este sea un lugar físico, un lugar interior, un lugar ideológico… pero que haya un motivo para contar su historia; y si no, escribid una colección de relatos, que nada tiene que envidiarle a una novela, así empezó, por ejemplo, la saga de Geralt de Rivia, y mirad hasta donde ha llegado.

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«Un minuto es tiempo suficiente para crear vida, y para destruirla; tiempo suficiente para amar y para odiar; lo único que no cabe en un minuto, son los años perdidos»

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